La calidez de la chimenea, también en un piso

Es inevitable contemplar una chimenea y sentir de manera inmediata un halo de calor. Aunque sea una visión momentánea a través de una pantalla o una foto. La imagen del fuego ardiendo evoca esa calidez y nos hace sentir en un ambiente acogedor. No en vano, las chimeneas, antes tan comunes en las viviendas, pues era la mejor manera de mantener el hogar caliente, han vuelto a sufrir un renacer y, cada vez se colocan en más viviendas. Dentro de las muchas opciones que ofrece la instalación de chimeneas, existe la posibilidad de instalar una hasta en un piso, convirtiendo cualquier lugar en un cálido hogar.  

Profesionales de la talla de Ambifuego, expertos en distribución y fabricación de chimeneas, nos dan las claves para conocer a fondo este sector y la posibilidad de instalar chimeneas en prácticamente, cualquier vivienda. Debido a la constante subida de los precios de la luz y el gas, sumados al placer que proporciona contemplar los troncos arder tranquilamente en una chimenea, la demanda de estufas de leña, se ha visto incrementada. Este factor, ha llevado a una creciente duda sobre la posibilidad de colocar una chimenea de leña en un piso.  

Como el invierno acecha y, vuelve cada año, nada resulta más apetecible en esas frías tardes de invierno que sentarse frente a un buen fuego y disfrutar de un buen libro, una mejor compañía o, simplemente, contemplar esos leños arder. Es de dominio público que instalar una chimenea de leña en un chalet o vivienda unifamiliar, no presenta ningún tipo de problema pues es algo más que habitual. 

La duda, surge cuando se vive en un piso y se desconoce esa posibilidad. En este artículo vamos a resolver esa duda y todas las concernientes a la instalación de chimeneas en pisos dentro de un edificio. Actualmente, no es necesario renunciar al placer de una chimenea. Tan solo es necesario tener en cuenta una serie de aspectos como la salida de humos o los elementos imprescindibles para que la chimenea cumpla con la normativa de seguridad pertinente. Obviamente es necesario contar con una serie de permisos para evitar problemas en el futuro y poder disfrutar de la calidez de tu chimenea, siempre que quieras.  

La instalación de la chimenea 

Antes de lanzarse a la aventura, hay que decidir el lugar en el que quieres ubicar tu chimenea. Para esta elección, tienes que tener en cuenta que si o sí, vas a necesitar una buena salida de humos para la chimenea. Si es posible que la salida, sea recta, mejor que mejor, aunque siempre puedes colocar una acomodada si dispones del espacio y la angulación necesaria. En el caso de pisos antiguos, es posible que esa salida de humos ya este hecha, por razones más que obvias, por lo que de ser así, puedes saltarte este paso. Por el contrario, en las viviendas más modernas, esa posibilidad no existe, con lo que hay que buscar una alternativa.  

Una de las opciones, en ocasiones, la única posible, es colocar el tubo en el exterior y hacerlo subir por el exterior del bloque. A priori, puede resultar sencillo, pero hay que tener en cuenta que no todo el mundo esta dispuesto a consentir que un tubo pase por su parte de fachada. Así que, toca pedir permiso a la comunidad de vecinos y conseguir su aprobación, puesto que la instalación, modifica elementos comunes del edificio. Si el mismo, dispone de patio de luces, es más posible que no pongan mucho impedimento para colocar esa salida de humos. Evidentemente hay que ajustarse a la normativa correspondiente, razón por la que es necesario informarse y revisar esa normativa que, varia en cada zona. Una vez que tienes claro que es posible, el único impedimento que puedes encontrar, es el relativo a la salida de humos.  

Este conducto tan conocido y que siempre plantea numerosos problemas, sobre todo en cuestiones de hostelería y negocios que necesitan necesariamente, una salida de humos, es indispensable. Debe contar con una serie de características determinadas como, por ejemplo, su interior debe ser siempre circular y contar con un asilamiento térmico los suficientemente fuerte y resistente como para soportar la temperatura que va a alcanzar la chimenea. No debe tener ángulos en su trazado y de ser inevitable, no deben superar los cuarenta y cinco grados. 

Hay que tener en cuenta que no debe situarse junto a materiales inflamables ni dentro de conductos de ventilación, tuberías o similar. El tubo, debe llegar hasta el final del cañón, puesto que, de otra manera, los mismos ladrillos, enfriarán el humo al salir y, debido a su densidad, este bajará hacia el interior. Por si te lo preguntas, no, no es posible instalar una misma salida de humos para dos aparatos diferentes como la cocina y la chimenea. Cada uno de ellos, debe disponer de su propia salida de humos.  

La chimenea en cuestión, debe contar con una buena salida de humos. Está, debe tener el tamaño suficiente como para poder expulsar el humo de la manera adecuada pero no ser demasiado grande.  

Más cosas sobre chimeneas 

Una vez tienes clara la normativa, dispones de permiso para instalar la salida de humos sino la hubiere y has elegido donde ubicarla, es momento de elegir la que más te guste y se adapte a tu espacio. En el mercado, puedes encontrar dos tipos de chimenea de leña: abierta o cerrada. Con la primera, se puede ver como arden los leños que es lo que más nos gusta, aunque el rendimiento es menor. La segunda, ofrece un rendimiento mayor sobre la combustión, lo único que no puede verse directamente el fuego, puesto que llevan una puerta, generalmente de cristal.  

Evidentemente el cristal no debe ser impedimento para disfrutar de tu chimenea pues lo único que hace es mantener la eficiencia de la combustión y proteger. No es lo mismo sentir el fuego directo, desde luego pero tampoco es una mala solución, además de que te evitas el hollín pululando por la casa.  

Otro aspecto bastante importante es el tipo de leña. Los troncos deben ser elegidos correctamente para prender un buen fuego y que arda de la mejor manera posible. El tamaño debe ser adecuado y debe quedar un espacio libre entre las paredes de la chimenea y los leños. Como norma general, los mejores troncos para una chimenea, son los de encina y olivo, sobre todo cuando se trata de chimeneas abiertas. Estas maderas son duras y tardan en prender, por lo que la duración y la intensidad de cada tronco es mayor al que ofrecen otro tipo de maderas.  

El roble es otra de las maderas con bastante buena combustión para las chimeneas, pero debe almacenarse al aire para el que la lluvia elimine los restos que pueden resultar tóxicos al arder. La madera de árboles como el álamo o el chopo, proporcionan troncos de rápida combustión que, generan mayor contenido de ceniza, por lo que si son los de elección, hay que vigilar que no se obstruya la salida de humos. 

Sea cual sea el tipo de leña elegida para la chimenea, los troncos deben estar secos. Si tienen partes verdes o presentan humedad, no arderán bien y producirán una cantidad excesiva de humos. 

Otra opción para tener un buen fuego en la chimenea, son las briquetas. Con ellas, puedes encender un fuego y mantenerlo encendido. Son muy eficientes en el caso de chimeneas cerradas, mientras que, en las abiertas, solo sirven para dar intensidad al fuego producido por los troncos.  

En cuanto a la limpieza de la chimenea, hay que saber que una puerta, facilita mucho este trabajo. Basta con recoger la ceniza que queda en el fondo o retirar el cajón con el que cuentan algunos modelos. Para limpiar el cristal, es aconsejable hacerlo mientras todavía este templado, puesto que el hollín y la ceniza se secan y cuesta más eliminarlo.  

Si se trata de una chimenea abierta, pues más o menos igual: retirar la ceniza generada y luego pasar la bayeta por todas las superficies cercanas para retirar los restos de polvo que se depositan en ellas.  

No podemos terminar sin hablar sobre como se enciende un buen fuego dentro de una chimenea. En este caso, no es tan sencillo como abrir el gas y darle chispa o, presionar un botón o interruptor para que el fuego, se haga solo. Para encender una chimenea, lo más práctico es utilizar pastillas de encendido. Estas se prenden con un mechero o cerilla y se coloca sobre las ramitas o astillas pequeñas que sirven de base para el fuego. Los leños deben colocarse previamente, en forma de cabaña, sobre las astillas o ramitas. Una vez estén bien colocados, de tal forma que se permita la entrada de aire, se prende la pastilla y, encendida, se coloca en el hueco que se debe dejar en el centro. En pocos minutos, tendrás un buen fuego que, solo tendrás que alimentar, añadiendo troncos, a medida que sea necesario.  

Prendido el fuego, ya solo queda disfrutar de esa calidez.  

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