¿No os pasa que cuando llega navidad y aparecen los típicos “regalos de compromiso” una especie de ardor os empieza a ascender desde la boca del estómago y os sale por las orejas? Igual estoy exagerando un poco pero así es como me siento cada Navidad al tener que hacer regalos estúpidos a personas que me importan más bien poco.
Yo adoro la Navidad y como a casi todo ser humano me encanta regalar y que me regalen, de hecho, irme de tiendas y localizar los regalos que quiero hacer a mi familia es uno de los momentos más divertidos, especiales y entretenidos para mí de la Navidad. Soy muy estereotipada en este sentido y entrar en un Centro Comercial, o en una tienda bien decorada, con sus villancicos puestos y ese ambiente especial que se respira en esas fechas me llena de ilusión. Llamadme infantil, me da igual.
Ahora bien, una cosa es que me guste la Navidad y que me guste regalar a mis seres queridos y otra muy distinta es que me guste la “obligación” de regalar a quien me regala. Vamos a ver, ¿no sería mejor dejar de ser hipócrita? Es como lo de los cumpleaños, o los regalos a los profesores a final de curso, si no participas quedas fatal pero si participo me hierve la sangre porque, por un lado, tengo que regalar a alguien por hacer su trabajo (a mí nadie me regala nada) y por el otro tengo que regalar a una amiga una tontería que se me ocurra para no quedar mal por no llevarle un detalle en su cumple. Pues hay veces que me viene mal económicamente y aun así me toca gastarme 20 pavos porque es lo que toca. Y ya no digamos en Navidad…
¿No sería mejor ser sinceros y decir algo así como “no me regales nada, que no tiene importancia, y así nos ahorramos el toma y daca”? Con algunos amigos ya lo he hecho, y se han aliviado tanto como yo, sobre todo por los críos, pero con otros que no hay tanta confianza sigue el juego en marcha.
Este año, de nuevo, me toca hacer algún que otro regalo de este tipo. Por ejemplo a unos primos que todos los años compran regalos para mis hijos, a un amigo que siempre me regala un lote de botellas de vino de la bodega en la que trabaja, a la profe de mi hija porque cada año le llevan regalos más impresionantes y si yo no lo hago quedo fatal (el año pasado entre 5 madres le regalaron un cofre de experiencias de 130 euros que constaba de dos noches de alojamiento con desayuno), y alguno más que ahora no recuerdo.
Y me pregunto yo ¿y qué regalo?
Regalos para compromisos ineludibles
Pues como cada año busco en Internet alguna respuesta y a veces alucino con las propuestas que leo.
En Xataka, la web que habla de todo un poco, recomiendan desde libros o calendarios hasta molinillos de café o bolsos de “Bimba y Lola” que cuestan una pasta. Ahora bien, lo que más me ha sorprendido es su recomendación para regalar una regleta vertical de 8 tomas de corriente y 5 USB. Que no digo yo que no sea práctica pero… ¿quien coño regala eso en Navidad?
Al final, he llegado a la conclusión que lo de “comerme la cabeza” se ha acabado y que desde ahora en adelante regalaré el típico lote de productos de Navidad, económico pero resultón, a todo este tipo de compromisos.
He echado un ojo a las que ya vienen preparadas, como estas cestas de Navidad baratas con jamón ibérico (que queda muy bien) de Iberjagus. He visto que también tienen cestas de Navidad baratas para empresas lo que también me parece muy interesante para las PYME que siempre quieren hacer algún detalle a sus proveedores o clientes más fieles, y digo esto porque mi madre tiene una pequeña tienda de barrio y todos los años hay una conversación sobre esto en Noviembre, año tras año, y ya cansa.
A lo que iba. Estas cestas no están mal porque la de 75 euros lleva prácticamente de todo y no se va mucho de precio, lo que pasa es que esto lo veo para regalar entre varios. Por ejemplo, si se hace un regalo conjunto de toda la clase a la profesora del cole, porque si son 25 niños pues salimos a 3 euros por familia y es un detalle muy chulo. Ahora bien, si hablamos de comprar un “detalle” a un compromiso en solitario pues igual conviene mirar algo más sencillo.
Por eso he pensado que tal vez la respuesta estaba en crear las cestas desde cero en casa y esto es lo que he pensado.
- Por un lado voy a comprar jamón ibérico en la tienda online antes citada y voy a dividir la compra en varios paquetes, así me sale mucho más barato y tengo producto para incluir en todas las cestas.
- Voy a comprar este aceite de oliva virgen extra lechín porque además de ser de excelente calidad, ya solo el embalaje te deja boquiabierta porque es súper elegante.
- Y también voy a pedir un buen paquete de estos turrones online de Adelia Iváñez porque son turrones artesanos y para regalo prefiero que sean así.
Eso a nivel online, luego compraré de supermercado (marcas reconocidas) una botella de vino blanco, una de tinto y una de cava. He calculado todo y me gastaré unos 50 euros por cesta así que he rebajado el gasto en 30 euros. No está nada mal ¿verdad? Y todo con productos de primera calidad.
Lógicamente podría abaratarlas un poco más, bastante más si me pongo, pero entonces ya hablaríamos de evitar el jamón ibérico o el aceite virgen extra y pasar a comprar productos más sencillos como una tabla de patés económica o de quesos y algunos dulces de navidad baratos y, aunque no está mal, si quieres hacer un regalo en condiciones pues no es lo suyo. Aunque he de reconocer que a veces me apetece comprar todo de marca blanca tipo Carrefour o Hacendado y decirles: “Ale, a disfrutar”.
No obstante esto no quiere decir que me siga pareciendo ridículo tener que hacer este tipo de regalos por compromiso lo que pasa es que no soy lo suficientemente valiente como para ser la primera que lance la bomba y diga: paso de regalos de este tipo.
Es como cuando hay nacimientos, todos nos vemos obligados a llevar un regalito de bienvenida a la vida al bebé recién nacido, o a los padres mejor dicho, cuando lo visitamos por primera vez. Yo esto lo entiendo, y lo comparto, para personas allegadas, ya sean familiares o amigos, pero cuando hablamos de conocidos e incluso de gente que has visto una vez pues me parece ridículo.
Hace una semana, por ejemplo, mi madre me pidió que la acompañara a comprar algo de ropa para el hijo recién nacido de la hija de una amiga de ella, pero ella no conoce ni a la hija ni, por supuesto, al nuevo bebé. Resulta que quiere hacerle ese detalle a la abuela (que es su amiga) porque esa señora, cuando nació mi hija (que yo ya ni me acuerdo) nos regaló un conjunto de ropita.
Pues bien, seguro que ya se lo dije en su momento cuando recibí el regalo porque pienso así desde siempre. Yo agradezco mucho cualquier detalle que se tenga conmigo, o con mi hija, pero ¿de verdad es necesario que una señora que no conozco le regale algo a mi hija solo porque es amiga de mi madre? Pues no, obviamente no. Y ahora lo que pasa es que mi madre se ve en el compromiso de hacer exactamente lo mismo con el nuevo nieto de su amiga porque, como ella bien me dijo, “si ella le regaló a mi nieta yo tengo que regalarle a su nieto”. Es decir, que no lo hace porque le nazca y porque quiera tener ese detalle sino porque es lo que toca, lo que se espera que haga, en otras palabras: un regalo de compromiso o por compromiso.
Pues yo digo: adiós a los regalos de compromiso. Ojalá la gente empezase a regalar de corazón a quien verdaderamente quiera regalar, así evitaríamos muchas tonterías y muchas incomodidades, os lo aseguro.