Los tabúes sobre las enfermedades mentales están desapareciendo a medida que aumentan los casos. Cada día se diagnostican más casos de las ya conocidas y clasificadas como enfermedades mentales.
Tras la pandemia, han resurgido miedos en muchos de nosotros. Algunos, sin haber presentado nunca síntomas depresivos o ansiosos, no han sido capaces de gestionar lo vivido durante estos dos largos años. Quedan secuelas, físicas y psicológicas.
El Covid sigue aquí y no parece que vaya a marcharse. Este hecho, afecta a muchos de manera tal que las fobias han aumentado. Pese a las noticias positivas sobre los contagios, el menor índice de mortalidad y el hecho de que la vacuna ya haya sido inoculada a la inmensa mayoría, alguno aun sienten miedo ante un posible contagio.
Las medidas psicológicas llegaron al tiempo que el confinamiento. Ya entonces, muchos psicólogos avanzaban el desastre y ofrecían terapias online para prestar apoyo.
Para Vanesa Sanz Psicóloga las secuelas del Covid a nivel psicológico son un reto. Desde su consulta nos explica como, sin haber surgido una nueva enfermedad, la pandemia ha potenciado la posibilidad de sucumbir a una de las ya conocidas.
Depresión, ansiedad, fobia social, aislamiento, agorafobia, son ejemplos de lo que vienen sufriendo muchas personas a raíz del confinamiento. El bombardeo de información negativa, la incertidumbre y el miedo literal a morir de coronavirus ha infectado la mente de muchas personas.
Lo positivo de todo esto, es que tiene solución. El apoyo psicológico, las terapias y si es necesario algún tipo de medicación, están ahí.
Algunos de los síntomas del estrés postraumático causado son comunes a la mayoría. Quien más y quien menos, ha padecido algún tipo de estrés debido a la situación. Sin embargo, aquellos que sufren varios de esos síntomas de forma permanente, deben buscar ayuda.
Es posible que sin saberlo, estén pasando por esa situación, por ello, vamos a hablar brevemente de algunos de ellos y la forma de afrontarlos.
Señales de estrés post traumático
Los expertos, agrupan estos síntomas en tres grupos: inhibición, hiperactivación y compensación.
Dentro del grupo de la inhibición podemos sentir o tener pensamientos negativos como la culpa. Sufrir embotamiento mental que aplana las emociones. Desinterés en el desarrollo de actividades antes gratificantes. Presentar conductas evitativas, eludiendo el tema o ciertos lugares. Incapacidad de pedir apoyo y expresar los sentimientos.
Son mayores los síntomas de hiperactivación que se pueden presentar. Desde revivir las experiencias que han resultado en extremo negativas (enfermedad o muerte de algún familiar) hasta sentirse culpable por no haber sido una víctima.
Otras señales del estrés son la repetición mental de las imágenes que bombardearon nuestro cerebro durante el confinamiento: muertes, hospitales…Vivir en un estado de alerta continuo o sufrir palpitaciones, presión en el pecho, falta de aire. Síntomas de carácter cognitivo como imposibilidad de concentrarse en algo, insomnio, pesadillas o baja autoestima.
Los síntomas de compensación son menos, pero sus consecuencias son igual de nefastas: la necesidad constante de mantenerse activo, aumentar el consumo de sustancias nocivas como alcohol y drogas. Aumento de la dependencia emocional y la incapacidad de estar solo; tomar una actitud victimista ante todo.
Toda esta larga lista de síntomas o señales, indican que algo no va bien. Sobra decir que no hay que cumplir con todos ellos para padecer un trauma y necesitar apoyo.
Lo importante es reconocer que algo falla y buscar. Sufrir inhibición, hiperactivación o compensación en cualquiera de sus grados, afecta directamente a la vida cotidiana.
Afrontarlo reduce las consecuencias
Las emociones negativas sufridas por todos durante la pandemia, han sido brutales, catastróficas y difíciles de asimilar. Para muchos después de todo lo vivido, quedó como una experiencia de la que aprender. Para otros, quedaron los malos recuerdos y la dificultad para gestionar lo vivido.
Para avanzar, hay que aprender a gestionar. El problema no va a desaparecer por sí solo. Hay que lidiar con él y empezar a controlar todas esas emociones y pensamientos en lugar de sucumbir a ellos.
El primer paso que hay que dar es identificar cada una de esas emociones, ponerles nombre. Si se siente rabia, se siente rabia. Hay que aceptarlo en lugar de culpabilizarse por sentir lo que sientes, este sería el segundo paso. Una vez identificas y aceptas lo que ocurre, es momento de sacarlo fuera. Hablar con alguien que te inspire confianza y te haga sentir mejor.
En cuarto lugar, tratar de averiguar dónde se encuentran las distorsiones cognitivas que te conducen a tener esos pensamientos y emociones que te mantienen en el ciclo negativo. Para lograrlo, reflexionar sobre como estas manejando la situación. Hacerte preguntas como si solo te centras en lo negativo o estas siendo en extremo catastrofista por cosas que no han pasado. Este tipo de cuestionamiento personal ayudará a ser más consciente de lo que ocurre.
Seguimos con el quinto de la lista, este paso es complicado, pues consiste en abandonar las estrategias de evitación adquiridas.
A parte de todo esto, cuidar las necesidades básicas, entender la necesidad de ayuda como ayuda y no como debilidad. Recuperar las rutinas. No borrar esa parte de la vida, aceptar que pasó. Alejarte de la dependencia emocional, no necesitas a nadie para avanzar. Centrarse en las cosas positivas que dejó la pandemia: colaboración, solidaridad, el aprendizaje etc.
Siguiendo estas pautas, será más fácil superar los traumas que causó la pandemia. Los estragos que generó el confinamiento, han sido tal que aun permanecen en nuestras vidas.
Si alguien se identifica con estos síntomas psicológicos, deben vencer su propia resistencia. Buscar ayuda profesional es la mejor manera de afrontarlo. El primer paso es dejar a un lado creencias erróneas.
Pensar que el tiempo lo curará puede resultar un error. En algunos casos es cierto que así es, pero cuando los síntomas están presentes y la situación que los genera aún permanece, es difícil de superar.
No se trata de contar intimidades a un desconocido. El profesional no espera que le cuenten las cosas para ir de chismorreo. Se atendrá a lo fundamental para atajar el problema.
Las terapias de apoyo basadas en la asistencia psicológica para afrontar el estrés post traumático están consolidadas. El resto de tratamientos que pueden ser necesarios para afrontar otros posibles problemas psicológicos generados por el Covid, también.